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LO BARATO SALE CARO



Privatización de los servicios municipales: CASO PROMAN

Fue en el verano del 2015 cuando las trabajadoras y trabajadores de la anterior empresa, NAVALSERVICE S.L., fueron subrogados—hay que decir que los salarios y condiciones difieren entre ellos— para formar parte de la plantilla de PROMAN S.L. Esta empresa consiguió la adjudicación del contrato del Ayuntamiento de las Rozas por los siguientes cuatro años. Entre las trabajadoras que tienen el salario mínimo interprofesional— hoy 707 €— está Gladys, una mujer de 53 años de pequeña de estatura que desde hace diez años cuida de los accesos a la Biblioteca municipal. Viste el uniforme oscuro de conserje o auxiliar de seguridad que ella misma corrige con un esmerado maquillaje y un suave acento ecuatoriano. Su horario de trabajo es amplio y discontinuo— doce horas seguidas, abarcando los siete días de la semana con días de libranza nunca fijos—hecho que le impide conseguir otro empleo. Cuando Gladys decidió formarse para vigilante de seguridad, dudaba “me veía con poca presencia en la profesión, pero he hecho muchas pruebas para llegar aquí y esto me da confianza”.

Con la primera nómina de PROMAN comprobó que su salario había menguado “nos quitaban treinta euros mensuales por el uniforme, entre otros complementos”. Desde el primer mes pagaron tarde “el ingreso llegaba el 20 del mes siguiente e incluso superó los dos meses de retraso. En la anterior empresa, si llegaban a retrasarse alguna vez, enviaban una carta con disculpas. Aquí no”. Decidió asesorarse legalmente y también informó a sus superiores, al concejal y al jefe de Seguridad en el Ayuntamiento que en ese momento le daban la razón. Para sostener esta denuncia convenía reunir la firma de todos—eran 49 subrogados y habían entrado diez personas nuevas por parte de la empresa— pero se encontró con miedos y resistencias “decidí denunciar sola con otro compañero. Reclamamos el pago de nuestro trabajo, no pedimos nada que no nos corresponda”.

Los dos trabajadores consiguieron ganar la denuncia pero comprobaron que su nómina no registró cambio alguno, “apenas aumentaron 2 euros”. No sabían entonces lo que luego vendría, “el año 2016 fue durísimo porque vino el acoso laboral y la insolvencia de la empresa”.

Con un salario exiguo e intermitente, sin una red familiar de apoyo en algunos casos, los problemas se encadenan y empiezan las señales de la emergencia social. Los `caseros´ y las facturas no esperan, los suministros se cortan, la comida escasea y si hay personas dependientes a su cargo la angustia crece. Pero no se puede faltar a trabajar, es el único hilo de `esperanza y de miedo´ que tienen que mantener para recuperar `lo perdido´ y en definitiva aspirar a tener `un ingreso´.

Sin perder la dignidad

Gladys solo trajo a uno de sus cuatro hijos a España, actualmente él tiene empleo y gracias a su colaboración algo pueden conservar dentro de la precariedad. La vida de Gladys ha sido más que difícil y habría que ponerse en su piel para apenas vislumbrar la huella de tanto dolor. Fortuitamente—las experiencias pueden forjar actitudes distintas en las personas—su carácter se hizo firme y contundente poniendo a raya las injusticias y la violencia. Fue la única de sus hermanos que denunció a su padre por maltrato y abusos sexuales. Decidida a casarse a los 17 años para huir de ese infierno, encontró otro. También tuvo que sacar fuerzas para separarse y dejar a tres hijos de forma segura a cargo del abuelo paterno para intentar reiteradamente llegar a España. Aquí no le aguardaba un destino tranquilo, había deudas, una situación irregular, traiciones de los más cercanos, noches durmiendo en ascensores.. Ella afirma que “he tenido mucha intuición, sentido de supervivencia y de la Justicia frente a tanta miseria humana”.

Después de que Gladys denunciara a PROMAN vino la presión por todos los frentes. La empresa la relega a turnos peores, provoca discusiones, amenazas…y lo más desconcertante es sentirse de lado y juzgada, “dicen que yo soy la `mala´, me tachan de `loca y peleona”. Gladys tiene ese sentido de la “mujer digna” que otros confunden con “frivolidad”. Ser coqueta y sonreir o disfrutar de la libertad de tomar sus propias decisiones, tiene un efecto `perverso´, especialmente en las mujeres en su situación, porque no las hacen creíbles. Todos están en el mismo barco pero la realidad no se manifiesta así, “esta lucha solitaria me hace sentir fatal, pero no lo dejo, soy la única mujer que ha levantado la voz y no me han tumbado”.

Le gusta ser cumplidora en el trabajo, “no he recibido nunca ninguna queja” y tampoco ha dejado de reclamar por su situación, enviando burofax a la empresa que nunca ha contestado o hablando con los partidos políticos para que intercedan. Una de las medidas que el Ayuntamiento puso en marcha en el momento más crítico del impago fue el reparto de `vales de comida´, un recurso que a Gladys la hecho sentir “humillada”. Al término del año 2016 llegó al acuerdo con la empresa para asegurar el pago directo del Consistorio a los trabajadores. Sin embargo, desde comienzos de año hasta la fecha no han vuelto a cobrar debido a un embargo de Hacienda a la empresa PROMAN por una deuda de casi 700 mil euros. La mayor desesperación es no ver la salida a esta situación.

Al término de este reportaje se ha conocido la respuesta positiva de Hacienda a la propuesta del Ayuntamiento para que solo retenga una parte del embargo y `libere´ la cantidad destinada al pago de las nóminas. Aún quedará un plazo para que se reanude los pagos a los trabajadores, sin duda es una noticia que se ha recibido con alivio pero tienen miedo de que se vuelva a repetir.

A pesar de que hay un reclamo unánime para que este drama humano y laboral termine con la rescisión del contrato con la empresa, existe aún otro capítulo envenenado. La segunda empresa que concursó junto a PROMAN por conseguir este contrato denunció el resultado. A pesar de conseguir una sentencia favorable, PROMAN la ha recurrido y la salida a esta situación queda aplazada.

Esta estampa es demasiado común en los tiempos que vivimos. Hay un creciente número de personas como Glady y sus compañeros que tienen empleo y viven en situación de emergencia social. O como ellas y ellos que realizan tareas de servicio público al municipio de Las Rozas, que acuden a trabajar y no cobran a final de mes. La Administración ha optado por lo barato, las empresas ofrecen lo que les piden y el sufrimiento de las personas es la moneda más cara que no debemos aceptar como intercambio.